Las ganas by Santiago Lorenzo

Las ganas by Santiago Lorenzo

autor:Santiago Lorenzo [Lorenzo, Santiago]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2013-12-31T16:00:00+00:00


15

* * *

Como Benito se lo ocultó, Teresa tardó en enterarse de que su hermano se había puesto lo suficientemente pedo como para que le abanicaran en la plaza de la Luna. Se enteró, no obstante. Así funcionaba su mágica introspectiva fraterna.

Se empeñó en verle, aunque solo fuera un rato, por evaluar averías. Quedaron donde siempre. Benito llegó antes. El ventanal del René seguía emitiendo imágenes de mujeres. Benito seguía muerto de ganas.

Teresa acudió muy arreglada. Había quedado allí con su José Luis, media hora más tarde. Riñó mucho a su hermano, por imprudente. Le prestó dinero, cuya devolución nunca aceptaría. Volvió a exponerle los razonamientos por los que él no debía preocuparse por la marcha de sus negocios porque, por encima de Bristol, su valía le haría salir siempre bien parado. Benito agradecía estas deferencias de ánimo, pero no veía apoyatura real a la confianza puesta en él. Ella le alentaba todo el tiempo. Como María. Otra vez coincidían las dos.

Cuarenta minutos después, Teresa afeó la impuntualidad de José Luis. Benito aprovechó para preguntarle por su novio.

—Una vez al mes estamos bien. Toca hoy. Por eso hemos quedado.

—Me alegro mucho.

—¿Te alegra que tenga de novio a este aparvado?

—Mientras tú estés bien…

—Pues me pone los cuernos.

—No me lo creo. ¿Le has pillado con alguien?

—Ha sido mucho más fácil. Le hice el Truco Teresiano en cuanto me olí los primeros síntomas. Empecé a darle la murga con que si follarreaba poco, con que si jodicaba mal, con que si no aguantaba. Al tercer día no puede más y me salta: «¡Pues Nuri no piensa lo mismo!». Mira qué penco más simple.

—Vaya, lo siento.

—No hay nada que sentir. Para mí este pavo es como una rodaja de mortadela, de la de sin aceitunas. Lo que me importa de él es que se me ponga a decir cerdadas, a hacerlas y a escurrirlas. Y hace mucho que me di cuenta de que lo de que se tire a otras me da mucho morbo.

Todo esto le daba risa. Pero de la de verdad, no de esa que se fuerza para disimular el disgusto. A mandíbula batiente, Teresa no provocaba mucho sentimiento de pésame.

—¿Has oído? ¡«Nuri»! —Y se partía que daba envidia verla.

Teresa estaba esperando a que su hermano sacara el tema. Pero no lo sacaba, y le pudo la curiosidad.

—Y tú qué tal vas con la novia.

—Bien.

Se notaba todo que iba mal. Para un hombre que ensayaba tanto el disimulo, qué poco dominado lo tenía. Benito se desdijo.

—Sigo igual de fatal. No hay nada que pueda hacer.

A Teresa le despanzurraba que esto de la María, que sonaba en principio tan bien, se quedara en nada.

—Sí hay algo que puedes hacer.

—Qué.

—Decirle lo que te pasa.

Así se lo soltó Teresa. Continuó.

—No vais a follar jamás. Así que ya no se trata de follanda o no follanda. Sino de no quedar como dos idiotas. Llegados a este punto, lo único que puedes hacer es plantarte ante ella y decirle: «María, te quiero como a nada. Pero no puedo follar contigo porque eres igualita a mi hermana Teresa».



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.